Normal? ¿No estaba andando normal? De repente… ¿que era normal? ¿Y quién lo decidía? ¿Por qué no lo era mi andar? A mi se salía sin pensar, así como muy natural.

Hace mucho tiempo y se me escapan ahora las palabras exactas pero recuerdo acabar la conversación pidiendo a mi padre algún tipo de dato que demostrara que mi andar no era “el normal”.

Me gustaría decir que fue entonces, en ese momento cuando comprendí y abracé la oportunidad de hacer las cosas de forma diferente pero aún quedan en el camino algunos años por recorrer (un pie de pato detrás de otro).

Durante esos años escenas parecidas se fueron sucediendo y en muchas ocasiones me sentía en una especie de simulación, un limbo entre dos mundos: El normal y el que era normal para mí. Lo que se esperaba que pensase o sintiese y lo que realmente pensaba y sentía.

¿Te suena? ¿Te ha pasado también? Yo empleé mucho tiempo y energía en aprender (sin éxito) esa aparente única manera de estar y aportar en el mundo. Debí desde el principio hacer caso a cada fibra de mi ser.

Supongo que tiene sentido pensar que por eso ahora uno de mis valores esenciales es la creatividad. Que por eso creo que es tan importante buscar puntos de vista y maneras alternativas de contar cada historia. Porque en cada diseño, en cada proyecto, hay una historia que contar.

Ahora, recientemente, el tiempo y la energía los he invertido en adquirir conocimientos y habilidades que me permiten brindar un valor extra a mis clientes, pero me estoy adelantando un poco, vamos paso a paso.